domingo, 20 de octubre de 2013

Gijón, el refugio de sindicalistas colombianos en España

Andrés perdió media vida en un atentado: un pulmón, el bazo y parte del colon. Rafael, quien también sobrevivió, sabe que pagaron por verlos muertos. Elsida, por su parte, se siente extraña en la tranquilidad de los bares y playas de Asturias y Marcos subraya que lo bueno de que lo amenazaran de muerte es que por fin conoció el mar.
Todos son sindicalistas en uno de los países más peligrosos para su labor: Colombia.

Sus casos forman parte del "Programa asturiano de atención a víctimas de los derechos humanos", una iniciativa pionera en Europa que en trece años de funcionamiento ha servido de refugio a 90 sindicalistas y defensores de derechos humanos. El programa incluye visitas de verificación a este país sudamericano para analizar la situación de los sindicalistas.

"Son personas que están en riesgo inminente de muerte por amenazas, persecuciones o atentados. El programa les ofrece una acogida temporal de medio año en Gijón que les permite escapar de la tensión, denunciar su situación y desactivar los posibles atentados en su contra", le explica a BBC Mundo Javier Orozco, coordinador del programa adscrito a la ONG Soldepaz Pachakuti y que apoya el gobierno de Asturias.



Y añade: "No es un asilo, a los seis meses tienen que regresar. Durante ese tiempo tratan de reorganizar sus vidas, de tomar aliento".

La impunidad continúa
En los últimos treinta años han sido asesinados unos 3.000 sindicalistas en Colombia, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Confederación Sindical Internacional (CSI). El año pasado la cifra ascendió a 20.
"El sindicalismo sufre una crisis sostenida de pérdida de derechos laborales, de persecución, de graves violaciones que tienen carácter de sistemáticas y planificadas, como lo ha denunciado la Organización Internacional del Trabajo. Esa situación se agrava con la presencia de grandes empresas con proyectos de minería y energía", señala el responsable.
Orozco fue presidente del sindicato del extinto Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) hasta que decidió exiliarse en el año 2000. Ese año, 200 sindicalistas fueron asesinados.

"¿Quién los mató? La impunidad es enorme. Se ha proyectado una imagen en Colombia de que montar un sindicato es el primer paso para destruir una empresa, que el sindicalista es un ‘acaba empresas’ que además trabaja para las guerrillas. Bajo esa imagen se justifican todos los atropellos", agrega Orozco, mientras detalla que este año han recibido cinco sindicalistas en Gijón y que el programa está en riesgo de desaparecer por los recortes de las ayudas.

"En breve tienen que regresar. De un lado está la emoción de volver a encontrarse con sus familias y del otro, el miedo y la incertidumbre porque ya saben a lo que van. Dos de los refugiados que hemos tenido fueron asesinados a las pocas semanas de regresar a Colombia, uno de ellos en la sala de su casa cuando estaba con sus hijos", apunta.
Fuente BBC

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