lunes, 21 de febrero de 2011

Los premios que sirven para hacer comunicación social: Carlos Eduardo Castro

Bogotá, febrero 21 _RAM_. Una estatuilla replica de la escultura “El sacrificado” y un diploma que certifica que Carlos Castro es el ganador del Permio Nacional de Periodismo CPB 2011 en la categoría de radio, no son solo dos representaciones de un buen trabajo, también se convierten en la razón para hablar de esa pieza periodística que motivó el reconocimiento sobre las estafas desde las cárceles del país.
Cuando en Abril del 2010 se emitió la entrevista en la que se evidenciaba como muchos reclusos de las prisiones colombianas cometen estafas telefónicas, según ellos por necesidad, no pasó de ser comentada durante un par de días, la dinámica de las noticias en Colombia fácilmente envolvió y hundió esta denuncia que alerta al grueso de la sociedad colombiana.



El recibir este premio, casi un año después, superando a otros trabajos de envergadura e inocultable dureza y rigor periodístico, trajo de nuevo a la actualidad este caso que sigue afectando directamente a muchos colombianos, quienes ya sea por ingenuidad o por desmedida ambición, creen en estas promesas planeadas por quienes saben engañar y juegan con las dos posibilidades.
De nuevo se volvió a emitir en Caracol Radio la entrevista en la que el supuesto representante de una empresa de telefonía celular le anuncia y promete a Carlos Castro, sin saber que se trataba de un periodista, que su suerte se le había aparecido y se convertiría en el feliz ganador de un automóvil último modelo, que solo debía comprar unas tarjetas prepago y suministrar el pin de seguridad.
Recordó la sorpresa que para el oyente significa el que el estafador una vez se entera de la treta empleada por el periodista, acepta el reto y se sincera, aduciendo que se trata de un “modus vivendi” para subsistir y darle recursos a sus familias, además de la manera para poder pagar lo que el estafador califica como “corrupción dentro de las cárceles”, todo significado en una frase pronunciada por el presidiario “se acaban los marranos pero no la lavaza”, en referencia a las victimas que caen por ingenuidad o por ambición.
También en la pieza periodística llama poderosamente la atención las respuestas que las instituciones y empresas involucradas por el estafador le dan al periodista Edison Molina, las firmas privadas aseguran que ellos están advirtiendo constantemente a sus usuarios de su no participación en esas supuestas ofertas y estrategias publicitario que en realidad son estafas, mientras que el Inpec, responsable de la seguridad y aislamiento de los presos, se limitó a decir que escucharía el informe y daría una respuesta para tomar correctivos, acción que al parecer no ha sido efectiva por que estas estafas siguen sucediendo.
Si los premios de periodismo sirven para repetir y convertir en protagonistas las denuncias que alertan y tratan de proteger al ciudadano del común y corriente bienvenidos estos premios como el que le fue otorgado por el CPB a Carlos Castro.

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